Juan Pablo Geretto
- No voy a negar que existen cuestiones típicamente discriminatorias y demás pero nunca, ante cualquier atisbo de malicia, permanecí cerca. Enseguida me alejo, no soy de poner la otra mejilla ni pierdo el tiempo tratando de enfrentar personas con las que ni siquiera necesito discutir nada. Esta actitud es una elección personal que jamás me generó culpa. Tampoco pienso que deba defender nada a priori. La vida se da así y punto. Cuando dudás, es el momento en que los otros aprovechan para discriminarte.
- Es difícil llegar a tener talento sin dolor. Son energías extrañas liberándose. Con ese mismo dolor uno podría salir literalmente a matar gente o si no, como hago yo, a matarlos pero de risa. Con un cuchillo en la mano cortás carne seguro y se puede ser cirujano o carnicero. En eso tiene mucho que ver la buena leche con que te alimentó la vida, la buena madera de donde uno logra salvarse en las inundaciones. No creo en la infancia solamente feliz ni ese tipo de mandatos heredados. Si me visto de mujer es porque verdaderamente busco la energía femenina, no sólo por una cuestión de imagen. Lo femenino es pura fuerza amorosa, capaz de florecer incluso donde encuentra la mínima fertilidad y, en el fondo, ¿qué importa ser hombre o mujer? Hay mucho hombre que sin saberlo tiene un toque femenino muy poderoso y atractivo. Si debemos poner tantos límites es porque los otros necesitan de ellos para no sentirse confundidos.
- ¿Cómo es tu relación con la televisión?
—Si mi aparato tuviera brazos ya nos habríamos abrazado en más de una oportunidad. Para mí fue como otra madre. Durante horas interminables me la pasaba embobado mirando la tele con la espalda apoyada sobre la baldosa fría. No creo que nada sea definitivamente malo en sí mismo, mucho menos cuando se vuelve popular.
Fragmentos del reportaje a Juan Pablo Geretto en el suplemento Soy de Página/12
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